dilluns, 30 de desembre del 2013

MADRE A VIDA Y MUERTE.




Voces. Voces que rasgan, que salen roncas, que nunca debieron hablar.
Hablan. Y cuentan cosas, cosas horribles, que jamás debieron contar.
Dicen, que hay almas nobles y otras menos, que no debieran vivir.
Claman poder matarlas por no quererlas sentir.
Duelen. Duelen las voces que hablan cosas, que no debieron hablar.
Lloran, lloran las almas que oyen cosas que no debieron oír.
Ríen, ríen aquellos que creen que ahora será más fácil vivir.
No ven. No ven que sólo, amando mucho, es cuando es posible concebir.
Gritan, gritan más voces, que el cuerpo es suyo y quieren poder decidir.
Velan, velan sus ojos, velan el duelo de ver a un hijo partir.
Sufren, sufren profundo, sufren amando, cual toda madre, al su hijo morir.
Duelen. Duelen las voces, que hablan cosas, que jamás debieron hablar.
Viven. Viven las madres, con hijos muertos, sin ni siquiera poderlas nombrar.
Mueren. Mueren los hijos, mueren las hijas, de más o menos tiempo gestar.
Mueren. Mueren al tiempo. Mueren doliendo, después de poderlas parir.
Nacen. Nacen enfermas, con una condena en esta vida vivir.
Llegan. Llegan a veces. Llegan robadas, a un ser forzado que no pudo elegir.
Y otras. Y otras llegan. Llegan sintiendo, que no van a llegar a salir.
Hay que saber que. Hay que saber que. Hay que saber que.
Sólo. Sólo amando. Amando mucho. Es cuando es posible concebir.
Nadie. Nadie conoce, nadie podrá, jamás ni tan siquiera entender.
Cómo, cómo una madre, siente que debe su fruto entregar.
Dónde, de dónde nace, el sentir que lleva, a elegir llevar a morir o a nacer.
Tanto, tanto coraje, alberga sólo, sólo, el corazón de la mujer.
Que es normal. Que es normal. Que es normal.
Que nadie, nadie conozca, que nadie pueda, jamás ni tan siquiera entender.
El Amor. El Amor que existe. El Amor que une a un ser y otro ser.
Y juzguen, opinen, critiquen, coarten, y les cueste respetar.
Y juzguen, opinen, critiquen, coarten y hasta intenten obligar.
Y duelen. Duelen las voces, que hablan cosas, que jamás debieron hablar.
Y viven, viven las madres, con hijos muertos, sin ni siquiera poderlas nombrar.
Ellas deben Saber. Saber que ellas, son las que eligen, se lo permitan o no.
Conocer. Conocer su cuerpo, conocer su fuerza, conocer su centro, su útero.
Seguir. Seguir sus instintos. Seguir el sentir que siempre, siempre, las guió.
Continuar. Continuar eligiendo, continuar acompañando a vivir y a morir.
Somos. Somos guardianas. Somos mujeres. Somos valientes. Lo Somos tú y yo.
































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