RECONOCER
EL AMOR
Hay un puente que nos une;
hay quién lo llama hilo,
pero a mí
siempre me gustaron las aceras anchas.
Ese puente es invisible.
Si al cruzar abres los ojos,
es probable que te caigas,
o que dudes,
que es peor.
Porque, en cuanto a recuperar la confianza,
siempre preferí darte a ti más que a mí misma.
Ya sabes amor,
llevo mal lo de la justa medida.
Hay quién dice,
que ese hilo es color rojo.
Y de qué otro podía ser ¿verdad?
Yo nunca supe de combinar colores,
ni conjuntarme el bolso con los zapatos.
Tú eras la armonía, y yo,
yo el pentagrama, el lienzo, el cuerpo, la pista,
donde tu bailabas.
Lo que ocurre es que a mí,
siempre me ha gustado más la rumba que el tango
y el césped, que el mármol.
Y por eso,
quizá,
de tan rojo nuestro hilo empezó a gotear sangre.
Es que hay cosas amor,
a las que yo llamo distinto.
Para mí quién bien me quiere me hace volar,
y cuando digo volar digo enredar mi pelo,
sudar, gemir, gritar, dormir, sonreír, soñar.
Supongo que ahí abrí los ojos,
y como te dije antes,
si lo haces,
es probable que te caigas
o que dudes,
que es peor.
En mi caso, al abrirlos
tuve suerte,
y no dudé.
En cambio pude al fin,
reconocer el amor.
Y ya me conoces,
siempre he preferido lo profuso a lo minimalista.
Y ahora,
diviso puentes más allá de ti pero no contigo.
Aunque ,
algún día tendré que volver
a desenredar nuestro hilo.
Pero ¿sabes?
Alguien me dijo ayer que el mañana no existe,
así que si me tengo que planificar,
porque soy de las que lleva agenda,
ya si eso lo apunto,
mañana.
Porque si tengo que ponerme hoy,
buscaría unas tijeras.
Y claro,
entonces,
correría el riesgo,
de dejar de reconocer mi amor.
Para ver el tuyo.
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